Cuando hace una semana
me llamaste por teléfono,
para decirme todo lo ofensivo que me dijiste,
quedé callado. Solamente te escuché.
Y tú, bla, bla, bla,...
Te aseguro que me reventaron
las venas, tus palabras.
Tú crees que siempre tienes razón.
Pero eres inteligente,
y te darás cuenta que todo lo dicho,
es solamente porque tienes un entripado.
Un enojo hacia mí.
Me viste con ella en el bar, conversando,
solamente conversando.
En ningún momento le he tomado,
siquiera, la mano, como tú me aseguraste.
Y créeme o no, fue porque me estaba
mostrando el anillo de compromiso.
Se casa dentro de dos meses.
Es una querida amiga, de siempre,
desde nuestra cercana juventud.
Y tú siempre ves fantasmas que no existen.
Siempre tienes un motivo para la discordia,
y yo no estoy en condiciones
para aceptar tus permanentes celos.
Nada para ofenderte te he dicho,
ni te estoy diciendo.
Créeme o no me creas...
Pero muéstrame tu astucia e inteligencia,
y acepta lo que te digo,
porque es la verdad .
No entiendo qué es lo que te pasa últimamente,
reniegas por cualquier motivo,
pero no lo hagas conmigo,
porque no voy a aceptártelo.
Nada para ofenderte así, de esta manera,
te he dicho.
No por teléfono, ni ahora.
No tengas celos injustificables.
No me hastíes con tus celos,
si te ofendes, lo lamento,
nada para ofenderte te estoy diciendo.
Derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto - 27/09/2013)