Roberto Carlos Pomares

¿Quién dirá de mí...?

¿Por qué no pueden ver mi cara?,

se preguntaran muchos.

Por qué no pueden entender mi estatura

ni siquiera pueden medirla?, dirán otros.

¿Quién conocerá mi nombre y el perfume de mi ausencia?

¿La novia que no tuve?

y que desee desde mi primera adolescencia.

¿Los dictámenes del corazón?, si tenían demasiada prisa

para detenerse a leer mis histerias

y estrepitosos sentimentalismos.

¿Quién se atreverá a negar mis comas y mis íes?, si nunca quiso

darles el acento de un desprecio o el color tibio y tímido de una sonrisa.

¿Quién? si no hubo uno, tan sólo uno que se atreviera hacerse el loco por un minuto,

por un instante para contar las estrellas filosóficas en que se derramaban las palabras

de un cielo azul-oscuro,

un tanto melancólico, en que viviera mis más hermosos desvelos

buscando esos cánticos celestes para no ahogarme en la impenetrable ignorancia

de mis limitados sentidos.

¿Quién dirá de mí las palabras últimas en mis

honras fúnebres?

¿Quién recordará las erratas y las caducidades de mi ser?,

cuando por joven me tomaban por viejo,

y cuando siendo hombre, me trataban como un niño.

Nadie, porque no me conocen.