AndresAcostaAscanio

Una lágrima, un poema.

- No puedo - dijo.

- ¿No puedes?

 

Y sollozando se marchó,

huyendo entre el silencio de mil tormentas que caían sobre mí…

Pero ahí me quedé,

paralizado,

sin poder y sin saber si quería hacer algo,

quieto, frío, inmóvil,

como una estatua fúnebre de un difunto Amor.

 

Amor…

¿es amor lo que hay?

¿o es una ilusión?

Valor.

Eso es lo que necesito,

y siempre lo repito y lo repito…

 

Mas ahí seguía yo,

sin mover un pie,

sin siquiera seguirla con la mirada,

mientras una lágrima

más valiente que yo mismo, escapa y cae en la hoja,

mojándola a la vez que se seca mi cuerpo…

 

Nos separa…

Nos separa eso y algo mayor.

Algo que maldigo así como maldigo mi constante actitud de cobarde...

 

¿Te merezco?, ¿te merece?, ¿te ama?.

Te amo. Y no, no te quiero olvidar.

 

Será que te merece… 

 

¿Va a ser para siempre como dices? 

Necesito saberlo ahora, lo necesito pues el ansia me muerde junto con la rabia y la envidia hacia él; y la impotencia de no poder darte lo que necesitas; y la ira de saber que sigo irremediablemente atado a ti.

 

Pero sin duda lo más miserable es que sigo aquí.

Sin haber movido un milímetro de aire...

 

[…]

 

¿Qué sientes exactamente?

¿Cómo he llegado a éste sitio?

¿Por qué no reacciono ante todo esto?

¿Tú?…

No puede haber sido casualidad que estuvieras aquí…

Tú sientes algo por mí, lo sé.

\"¡No te vayas!\"

 

 

Pero allí ya no había nadie.

 

Era de noche y ni la luna se asomó a consolarme…

 

Habían pasado ya varios meses,

lo único que yacía en aquel lugar era el surco de tus lágrimas,

casi tan invisible como mi esperanza.

Pero sé que no se borrará nunca, 

pues da a parar al final de este poema

en el que se encuentra mi única lágrima vertida por amor….