Lissi

UN SITIO ARQUEOLÓGICO Y UNA PLAYA DORADA( relato 13 de \"UNA PLUMA VIAJERA\")

 

El agua es una sustancia que ha estado ligada a nuestras vidas desde antes de nacer, es por ello que nos atrae tanto.  Muchos de los viajes de la Pluma Viajera también se han desarrollado en torno al agua para dejar fluir en ella los colores y las palabras contenidas en su memoria.  Por la cercanía a su pueblo de origen y a los vínculos familiares Izabal constituyó el principal sitio para explorar y disfrutar de sus bellezas naturales, fue así que en sus anteriores destinos visitaron el mar en Santo Tomás, el extenso Río Dulce y su fortaleza. 


Este nuevo viaje que llevaba el objetivo de aprender sobre la arqueología y la herencia ancestral de quienes poblaron el lugar abrió a la pluma viajera un nuevo conocimiento al visitar las estelas  mayas de Quiriguá (sitio declarado como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1981), quedaba en el camino rumbo al lago de Izabal y su encantadora playa dorada.  Rodeados por la selva húmeda tropical exploraron el mundo verde y descubrieron sus altas estelas, figuras de animales tallados en piedra y una plaza para el juego de la pelota.  Con otro conocimiento sobre su país, cerró su cuaderno para disponerse a disfrutar del entorno natural que le ofreció su tinta gris como las labradas piedras que le contaron su historia.


La playa constituyó su destino final y a bordo de una embarcación  las tres familias navegaron hasta encontrarse frente a una playa que brillaba como el sol.  El agua del lago era cristalina y podía verse los pececitos nadando junto a los niños.  Bajo las palmeras los cabellos de las abuelas se despeinaban mientras la brisa húmeda acariciaba sus rostros cuyos vigilantes ojos protegían desde la distancia a aquellos curiosos infantes.  Cada piedrecita dorada formaba la amplia playa que contrastaba con el celeste del claro firmamento.  Cada visitante, retornaba con la visión encantadora de un sitio que parecía extraído de una pintura y las bolsas llenas de su peculiar arena.  La pluma viajera también llevó su recuerdo y lo compartió con sus compañeros de escuela, un mural que representó la belleza de aquella tierra.  De igual manera hicieron tantos y tantos visitantes que llevaron no un puñado sino costales de tan inusual material, para construir sus propias playas.  Aunque su belleza sigue allí…la depredación ha hecho mella.  La tinta dorada de la pluma ahora se derrama en protesta por la bella…arena, que yace en el puerto de unos cuantos que atesoran la riqueza.


Mirna Lissett