ANA MARÍA MANCEDA

EL LAGO LÁCAR TIENE SUS SECRETOS. ANA MARÍA MANCEDA DESDE SAN MARTÍN DE LOS ANDES

“EL LAGO LÁCAR TIENE SUS SECRETOS”ANA MARÍA MANCEDA

 

 

Nació en el cuaternario, cuando los hielos reinaban.

Es un largo fiordo azul donde cerros y bosques

en el alba se acicalan.

 

Cuentan

que hay una ciudad hundida en el fondo de sus aguas,

en la oscuridad de su vientre posee valles, cañadones

y colinas solitarias.

 

El lago tiene secretos que toda la ciudad calla.

 

Antiguamente este lago formaba parte de un reino,

un reino cuya corona de mutisias y amancays

perfumaba todo el valle

y dicen que era Sayhueque el rey de este paraíso.

Era un país encantando de fábulas y leyendas:

“En la ciudad de los Césares” se escondían los tesoros

y el murmullo de estos pueblos  del “País de los manzanos”

se fue perdiendo en el tiempo entre maderas y llantos.

 

Lago complejo, rebelde, tus caprichos enloquecen

¿Por qué tienes que viajar presuroso hacia el Pacífico?

¿Quizás haya una laguna que amorosamente te espera?

¿O será que a tu manera nos vas marcando un rumbo?

El pueblo de San Martín de Los Andes tiene su rebeldía;

la gente con sus protestas, la nieve con sus silencios

las bandurrias llorosas regresando a sus nidos,

y las lengas y los ñires en los dorados otoños

alfombran como escudos tu maravilloso entorno.

 

Cuentan

que entre las algas se esconden lágrimas de tristeza

que fueron atesoradas por nostálgicos inmigrantes.

Son pétalos de desarraigo que tratan de formar anclas.

En su playa hay peinetones, pulseras, anillos

y amores desengañados

que escaparon de sus dueños a refugiarse en el barro.

Dicen que esposas tristes se sientan en sus orillas

y mirando brillar la luna en las noches del estío

añoran otros amores, amores que ya se han ido.

 

Los jóvenes locos…locos se aman en los veranos.

Cantan, toman cerveza, se recuestan en la arena

y los seres solitarios perdidos en sus delirios

buscan en noches oscuras una luz en las tinieblas.

 

En los crepúsculos del largo invierno

no solo llora la gente, el cielo se vuelve cómplice

de esta melancolía

y derrama sobre el lago lágrimas de algodones.

Si alguien desesperado quiere bucear en tus fondos

coméntale sin temores que viva con esperanza,

que regrese hacia su casa y se permita ternuras,

de un hijo, un compañero o de un amigo del alma.

 

Tantos secretos  posee que a veces sufre su peso

y el viento levanta el agua como olas de lamentos.

 

Cuando un rico por ahí te llega a tirar monedas

para mostrar su soberbia del poder que lo rodea

escóndelas, guárdalas y cuando suba la marea

entrégalas a los niños que pasean por tu vera.

Son niños muy olvidados por los seres codiciosos

que gobiernan sin fronteras.

¡Tan pobres son sus acciones que ignoran

que la codicia es tapada por la arena!

 

Cuando el Pocahullo te acerque relato de los vecinos

no seas indiferente; las buenas nuevas las guardas

las otras que a la mar lleguen

no sea que tanta pena las ilusiones nos lleven.

 

¡Lago Lácar, fiordo azul! El de la ciudad escondida

custodia con tu belleza entre las algas y peces

las envidias, los pecados, las miserias, las fatigas.

¡Frágiles humanos somos!

Cuando caminemos con cadencioso donaire

distraídos, sigilosos, sobre tus caracoles y arenas

murmúranos al oído tus secretos con la brisa.

 

¡Enójate, levanta olas! cuando hieran tus espejos

que el ruido se haga murmullo, la piedra se la lleve el viento

sólo permite la orquesta de risas y de gorjeos

de violines y guitarras, del sonido de los besos

que enamorados niños se bañan en tus recuerdos.

 

Cerca del fin del milenio, en noche de luna llena

recíbenos místicos, callados, a prometer religiosos

una vida de luciérnagas

enterrando los fracasos muy profundo en tus arenas.***

 

 

 

San Martín de Los Andes, diciembre de 1999.