El sueño juguetea en la pendiente  gotas de  rocío madrugador, preludio marimbero, ¡Di  Señor! que quiero quedarme así eternamente,   y eternizado alzarme sobre el viento, tejer en el cielo  alfombre de flores y llorar por los perdidos amores o ecos de mi profundo pensamiento.   Es el mundo que con injusta mano me ofrece una caricia de horizonte, alivio a la nostalgia que más amo.   Me ciega el vuelo de ave refulgente, la música estremece el meridiano y mi sino se aleja de la gente.   Rafael Mérida Cruz-Lascano