Oscar Perez

Si llueve o no

Si llueve o no

 

Si no llueve, ¿qué diremos si no llueve,

a quién vamos a culpar de un cielo seco,

a quién vamos a dejar la tierra estéril

y el árbol que embaló sus hojas en la muerte?

No llueve, no, señor, ni gota cae,

la piel reseca de los campos se sacude,

se vuelve polvo en los pulmones del ganado,

esquirla entre los peces, hueso de agua

en que se atora por traición la primavera,

en que de las ciudades brota un gris escupitajo.

El dirigente escapa hacia los mares con su copa,

el pobre implora lluvia, el rostro enjuto

y sus cinco rapaces agobiados por la falta de agua.

La culpa es del ayer, dirá el ministro,

hay que abrocharse el alma, dirá el cura,

saquemos a la tropa a las barriadas,

ha dicho el general, tras beber su fiel gaseosa.

Los bosques bien lo saben, las montañas,

la vieja soledad del padre océano,

el fuego del volcán y las manzanas

del tiempo en el reloj del ciclo de oro:

el cielo no produce lo que pierde,

las nubes no se alejan sin secuestro,

la capa original de ozono y helio

no pierde lentejuelas porque juegue.

El hombre es el culpable del eriazo,

de la nueva sequía, del desierto,

del agrietado rostro de sus padres,

del hijo que no tiene en que lavarse la camisa.

Y el hombre no merece sólo el juicio,

también debe tomar la iniciativa,

buscar rocío donde antes hubo arroyos

y ríos en sus venas que devuelvan la esperanza.

Por suerte la genial naturaleza

no quiere el exterminio que apuramos,

y extiende siempre en su semilla verde

lecciones de bondad y de un saber inmarcesible.

No llueve, pero el llanto es necesario,

con él quizá los montes forjen ríos

y pueda en la pendiente oírse el ruido

del cauce que la tierra necesita.

Para eso hay que ablandar el yermo humano,

curar de la opresión la vista infértil,

la tarde nos ayuda, pues se nubla,

la noche llegará y, llueva o no llueva,

es cosa de empezar un nuevo pacto:

amar y siempre amar la casa nuestra

y entonces dejar que un nuevo aguacero nos redima.

Comienza a oscurecerse el viejo cielo,

si llueve o no, ya lo sabrás cuando la noche nos desnude.

 

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07 09 11