juan maria

QUERENCIA

En el ángulo abierto

del cóncavo cielo

se desgarra en el tiempo

y la distancia

la lagrima dolorida

del gaucho solitario

que en la inmensidad del llano

va arrastrando su calvario.

 

Angustiado en los laberintos

de su desconcierto y melancolía

va colmado de sol y cabalgata

de distancia...de cielo...

y de la compañera guitarra con su armonía.

 

A su corazón lo exalta

el concierto de la luz de la luna...

que va derramando sus sonidos de plata

sobre la ondeante laguna...

Y en su silente andar se pregunta

adonde brilla el sol

cuando muere el día.

 

Galopando...

alta la mirada

su imaginación demanda

porqué causa...de pronto

la brisa desganada

estalla en la grandeza de la furia

que precipita la tempestad desatada.

 

Por razones que no ha provocado

siente en su corazón la ausencia

por gaucho y por apasionado

de la dulzura en la tibia querencia.

 

Ahora vaga de perfil y solitario

honrando la virtud de la paciencia

con ojos y oidos atentos a la partida

y escapando a su áspera violencia.

 

Marchan hombre y caballo

bajo el deslumbrante rayo

y perturbado pero sin recelo

lo aturde de recuerdos viejos

el imponente retumbar del trueno.

 

Único en la soledad de la grandeza

no tiene mas amigo el sentimiento

que la luz buena

de la curiosidad del pensamiento.

Y filosofa sin saberlo

sobre el sol, sobre el penar

y sobre la vida y las estrellas

en su interminable cabalgar.

 

Pero está en sus sentimientos

la querencia de la china...

a la que canta sus versos

...de sal...de arena y de viento

que su alma imagina.

Pero sabe con tristeza

que ya está desapareciendo

como la lagrima que se seca

o la encendida vela

que va expirando

mientras arde y se quema.

 

Cuando lo necesita la tristeza

de la nostalgia

se dibuja en su evocación

por un bello instante

la silueta de su rancho

en la grandeza distante.

 

Alli tal vez todavia lo aguarda

el llanto, el cariño y la alegría

de su cria querida

y el beso de la china amada.

 

Pero intuye su alma dolorida

que son sueños sus pensamientos

y pronto ha de acabar su vida

enfrentando a los milicos bravos

de la implacable partida.

 

Nunca mas vera a su china

ni a sus cachorros.

Tampoco al ligero alazán parejero

y derrama una lagrimas

recordando

al doradillo reservado

guapo y mañero.

Y se llevara a la eternidad

la evocación

de la humilde tropilla

de colorados de un solo pelo.

 

Que lo agarre la daga

o la bala de la muerte

en una tarde de sol muy tranquila

si el destino no dispone otra suerte.

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juan maria