fernandocardonakaro

CACEROLAZOS

 

 

 

REENVIALO

 

 

CACEROLAZOS

 

El parque del pueblo se fue llenando de personas de todas las edades.

 

Un joven portaba un tambor, el cual golpeaba , logrando con ello llamar la atención de los transeúntes.

 

Muchas de las personas que iban llegando llevaban en una mano una cacerola y en otra una cuchara, un trozo de madera o de metal, para golpear sin piedad a las indefensas cacerolas, atrayendo así a más y más personas..

 

Un hombre de baja estatura, piel oscura, mirada inquieta y sonrisa franca llego con una batea metálica bajo su brazo izquierdo, y en su mano derecha dos platinas metálicas. Además llevaba , terciado en bandolera en uno de sus hombros, un bolso, al parecer lleno de libros. Saludo efusivo a los presentes sin soltar ninguno de sus enseres, se plantó ante el gentío y, levantando la batea  que llevaba bajo su brazo izquierdo,  dijo: Hoy he inventado la tortuguita mandolina la revolucionaria, se las presento, y mostro la batea, la cual dejo caer y en su choque contra el piso, produjo estrepitoso ruido metálico. Acto seguido el hombre se inclinó sobre su tortuguita mandolina, la revolucionaria, y la emprendió a golpes con las dos platinas que complementaban su estridente instrumento de percusión.  El ruido de manolina, más el de las cacerolas y el tambor, atraían a las gentes que pasaban por el parque. Algunos se quedaron y sumaron sus voces a las de quienes en el grupo coreaban consignas en contra del gobierno de J.M. Santos y de apoyo al paro agrario, como estas:

 

-      Aquí somos ateos, ya ni mi abuelita cree en santos.

-       

-      El paro si existe y el pueblo resiste.

-       

-      Vecino, vecino, tu abuelo es campesino, unte a la lucha que somos de los mismos.

-       

-      Ya nada nos asusta porque la lucha es justa.

 

En medio del circulo formado por los percusionistas, había dos muchachas con pinta de universitarias, dedicadas con entusiasmo a escribir consignas y frases, entregadas por varias de las personas que se habían unido al cacerolazo, sobre hojas de papel periódico de gran tamaño, las mismas que luego eran pegadas en uno de los muros del palacio municipal.

Varios oradores espontáneos salieron de entre los asistentes y se manifestaron con propiedad en contra de los TLC, las semillas transgénicas, la entrega de los recursos naturales de Colombia a compañías transnacionales que vienen  a depredar el país y a dejarnos más en la ruina de lo que ya estamos.

Manolina fue percutida por varios percusionistas que pidieron se les diera la oportunidad de hacerla traquetear, las cacerolas y el tambor sonaban hasta la estridencia, las consignas no cesaban y la pega de afiches continuaba, al ritmo en que las niñas grafiteras las producían.

Algunos policías rondaban por allí, sin intervenir en la manifestación, pero de pronto uno de ellos, se atrevió a decirle a una pareja de jóvenes que pegaban su afiche, que no podían pegar más, porque si el señor alcalde se daba cuenta, la emprendería contra ellos por no impedirlo.

-      Y porque no vamos a pegarlos?,

-       

-      Acaso no tenemos el derecho a manifestarnos pacíficamente?.

-       

-      Y si el alcalde se da cuenta, que?. Es que es para eso, para que todo el mundo se dé cuenta que estamos a favor del paro agrario nacional y en contra de las injusticias

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-      Ni pa que pegan más,- dijo el policía-,  si cuando ustedes se vayan los funcionarios de espacio público, se los van a arrancar y los echaran a la basura.

-      Que los arranquen, que los echen a la basura, que digan que no hay paro agrario, como dijo el tal presidente santos, pero nada ni nadie podrá arrancar, ni echar a la basura, ni ocultar con palabras estúpidas, la furia del pueblo en pie de lucha por la defensa de su derecho a una vida decente

-       

Manolina, la tortuguita revolucionaria, las cacerolas y la tambora siguieron siendo percutidas con putería por los manifestantes, hasta cuando les dio la gana.  Después se fueron a sus casas.-

Los tristes funcionarios de espacio público cayeron como aves de rapiña sobre los afiches, los arrancaron con saña, los arrojaron en las canecas de basura, como quien bota una mierda, pero hoy y mañana siguen y seguirán traqueteando en todos los parque de todos los pueblos de todo el país, la música estridente de las manolina, las cacerolas, las tamboras y las consignas de los hombres y mujeres que claman por paz, justicia y vida digna

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