Mujer Nagual

BAJO LA MISMA LUNA...

De las estrellas descendió una mujer azulada. Llevaba un vestido largo y blanco, como la Luna. Se dirigía hacia mi con mucha delicadeza y seguridad. Vi humildad en sus ojos, nacida del poder que habitaba en sus pupilas. En su cabello negro ondulado, que tocaba la tierra, descansaba el ritmo del Universo. Se colocó delante de mí, y el corazón comenzó a rebosarme de alegría. Posó, con la suavidad de una mariposa, su mano sobre mi pecho y sonrió. Vengo a ayudarte -me dijo- , y tómandome con dulzura de los brazos, deslizó sobre mis hombros, un precioso manto negro. Lo ató al raz de mi cuello y lo desdobló sobre mi espalda. Luego, me dirigió, hacia un bosque. Una vez en él, la mujer, comenzó a aullar y a emitar diversos sonidos de animales. Yo la miraba hipnotizada por su magia. De pronto, una lechuza, se colocó sobre su hombro izquierdo. -Puedes tocarla-, me dijo, yo sin dudarlo, lo hice. Una luz amarillenta nos envolvía a los tres. Aquel animal, parecía estar contento, de situarse entre nosotras. La bella mujer, me invitó a sentarme junto a ella. Una vez que estuve a su lado, me miró y habló.

- Este es un lugar con mucha energía. Aquí es donde brujas y hechizeras, se juntaban a danzar y a alabar a la querida Tierra. Acá mismo, bajo esta luna, siempre presente. El ahora nos une. ¿Quieres verlas?

- Por supuesto.

Un gran amor había invadido mi ser, en forma de una luz rosada, que me elevaba a los confines de los cielos. De pronto, un resplandor, pasó por mis ojos. Una mujer de pelo rojizo, me enfrentaba sonriendo. Cargaba una especie de tambor en su espalda. Tenía los ojos color café y su cara estaba pintada con símbolos incomprensibles. Al instante, un tigre se acercó a nosotras, apoyandose en la pierna de la doncella. Ésta, sin mencionar palabra, comenzó a tocar el tambor, con sus dedos rupestres, ofreciéndole golpes certeros y precisos. Fue en ese momento, en el que entendí, la inherente naturaleza de la mujer. Ella era una joven salvaje y libre, repleta de refinamiento y audacia. Cerré los ojos emocionada, traté de concentrarme en los sonidos atrapantes, que tejía la salvaje. En sus manos, se hallaban las garras, de todas las felinas del bosque. Sus canciones, formaban un ritual mágico. Supe, con toda mi intuición, que ella era una bruja. Ese saber causó en mi una sacudida corporal. Abrí los ojos y vi un gran filamento saliendo de su abdomen, que se encontraba conectado con toda la naturaleza que nos rodeaba. De repente, alzó la vista y me miró. Eso logró captar toda mi atención, hasta el punto en el que, pude observar como su tubo energético, se dirigía hacia mi ombligo. En un parpadeo, me transporté a una choza. Una luz me había envuelto. La bruja seguía sentada frente a mí. Me sorprendí, al ver, que ahora también, salía de mi panza, un relampagueante cilindro de energía, dirigiéndose al de ella. Así, nuestros filamentos luminosos, se conectaron, como dos enchufes, y en el centro, se situaba la Luna, que había descendido para cargarnos de su brillantez y sabiduría. 

Lejos de mi predicción, la bruja. Se levantó y trajo una caldera. La colocó frente a ella. Y, como si fuese la acción más común del mundo, agarró delicadamente, la luna con sus manos y la metió en el caldero. De su vagina, extrajo sangre, y la arrojó, del mismo modo al recipiente. Yo la observaba anonadada. Me alcanzó un palo de madera y me dijo que revolviera. Al instante me paré e hice lo ordenado. Mientras revolvía el menjunje, trataba de dejar a un lado mis límites racionales, para poder sentir en profundidad de lo que estaba sucediendo. La salvaje me habló.

 -Me llamo Ceridwen Wicca, yo te voy a guiar, en este tiempo, en el camino del poder. Así que oye bien lo que voy a decirte. Debes Sentir al caldero como tu útero, que en este momento está siendo sanado. Céntrate en las energías que entran y salen de tus cuerpos, a través de tu matriz. Mientras mezcles el guaje, gira la cabeza, en forma de semicírculo de izquierda a derecha. Trata de silenciarte lo más que puedas, y sobre todo, procura que todo lo que veas, no quede pegado a ti. Evita lo absurdo de las imágenes, ve al fondo de ellas. Nada es real.