RICARDO ALVAREZ

de OCAL EMBEBIDA

 

Nuevos puentes extendidos

sobre caminos de tundras y cactus

traían rodando los toneles

donde maceraban nuestra cepa/

Los racimos eran nuestros dedos,

mágicos dioses unidos por la uva/

Tenían el color de veinte copas de tiempo

cuando volvíamos con los ojos gastados

de la piedra vertical,

donde corre su potencia el río

con arteros canales sudando agua y

la transparencia invadiendo nuestra piel/

Rompimos el viejo tabú  de la espina

y su herida con el rito dorado del trigal germinado,

saltamos los cercos de altos limites

y bajo el árbol de los siglos

penetramos el misterio de la copula/

En sus blancas grietas la huella del amor

lentamente tejía saliva en sigilo/

Yo veía el temblor en tus labios de codicia y

con un trémulo rayo partido en los míos

saciabad tu sed en mi boca de ocal embebida.

 

 

 

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