Donaciano Bueno

Un cuento para Geno

Erase que se era,

Geno, querida nieta mía,

un mes, un día y una hora

que no puedo concretarte por ahora

pues al ir a mirarle, de alegría

las agujas del reloj se desprendían

bailando por el suelo, de manera

que saltaron en simpática armonía

dando brincos del salón hasta la acera.

 

-La caracola- 

Como si yo fuera la Dora cazadora,

resulta que en una playa me subía

a lomos de una enorme caracola,

y nada más apoyar mis posaderas

en lo mas relucido de esa esfera

empezó a darme vueltas la testera

-pensé que yo de miedo me moría-,

fuí perdiendo el equilibrio y me caía.

Miré y en la suave brisa percibía

las sonrisas socarronas de las olas.

 

-Una pera- 

Pero un segundo después yo repetía

el reto que con tanto ahinco perseguía

aupándome a los lomos de una pera

¡mas que una pera, era una repera!

pues tan enorme era esa pera limonera

que por mucho que brincaba no podía

acercarme ni un poquito a su pechera. 

Fuíme resbalando suavemente al suelo

en tanto que las hortalizas en la huerta

me miraban con asombro boquiabiertas.

¡Cómo de mi fracaso se mofaban y reian,

sólo pensarlo de verguenza ya estoy muerto!

 

-La ardilla-

A pesar de este fracaso, no contento,

quise probar en un tercer intento.

Esta vez fue en un lugar de maravilla,

era un paraiso de pinos adornado,

allí me encontraba yo muy ilusionado

subiéndome a los lomos de una ardilla.

Pegué un pequeño brinco y ni te cuento,

sin tiempo para pensar me vi en su lomo,

¡tan fácil que no salía de mi asombro!

al tiempo que aún desconozco, como

si de un resorte se tratara, en un momento,

en un árbol me vi colgando de una rama.

Allí permanecí muerto de miedo y sin aliento,

fue una eternidad, mas no sé el tiempo,

mientras percibía los cuchicheos de la grama.

 

-La moraleja- 

Y al fin la cuarta vez ya conseguí lo que quería.

Yo subía a mi alquería de la escalera al revés,

¡por esa regla de tres, cuando bajaba, subía!

y aunque al primer escalón yo di un traspiés

tomando impulso y apurando mi energía

conseguí resolver la embarazosa situación,

mientras me hacía la siguiente reflexión:

mi niña Geno, si abandonas, ya perdiste,

revisa ese sueño que algún día tu tuviste

persíguelo con decisión y no estés triste

y comprobarás que en una próxima ocasión

lo que con tanto anhelo deseabas, conseguiste.