ANEUDIS PEREZ

UN HERMOSO SUEÑO… SE REALIZARÁ (cierra tus ojos conmigo)

UN HERMOSO SUEÑO… SE REALIZARÁ

 

Cierro mis dos ojos

y escucho del río su correr inquieto,

aguas salutíferas bajan la montaña,

peces de colores navegan en calma…

surcando caminos en cristal de plata.

 

Millones de aves entonando un coro,

música que endulza el bello paisaje de este paraíso,

se rompe el silencio con voces de arpas,

emitiendo notas mil brazos de árbol

despliegan sus hojas,

siempre es primavera y siempre es otoño

en este universo…

 

Paz, paz, plena paz…

respiro de lleno/ la quietud del aire,

se mece mi alma entre azucenas,

y acaricio pieles de sutil fragancia.

 

Mi olfato se eleva,

suspiro de lleno y me empapo de cielo,

fluye en mis adentros,

fluye eterna vida,

fluye su presencia besando mis poros.

 

Renovada esencia…

ahora me veo en una forma nueva,

el dolor se ha ido,

huyeron mis penas,

mis tristes pesares,

sumidas mis lágrimas

y en sus tiernas manos/

palpo mi sonrisa,

moldeo entre sus palmas un rostro de ángel…

y al verme en sus ojos veía en mi el brillo

que él me tatuaba en mi nueva cara.

 

¡Quien lo había creído!

Tanto había escuchado de esta hermosa casa,

nada se compara a lo que se siente

en este santuario lleno de fragancia.

 

Camino entre perlas,

en ciudad hermosa rodeada de flores,

mis pies acarician con impresionismo

estas bellas calles,

caminos de oro bordeados en albas,

detrás de esos cerros una luz emana,

me acerco de pronto

y veo de lejos su sonrisa clara,

el sol en sus ojos no produce nada,

su luz es intensa…

 es lindo mirarle/

no hay astros ni estrellas, ni lunas, ni auras…

no hay nada ni hubo en este universo

mas hermoso rostro

que el rostro de Cristo,

lo miro y lo anhelo

y ahora le tengo,

y el me complace sin pedirle nada.

 

Sobre su cabeza veo el arco iris,

vuelan querubines con tersa elegancia

sobre su corona,

millares de miles

todos tan divinos envueltos en nardos,

envueltos en hilos cubiertos de seda

y de lino fino…

alaban su nombre

llenando los cielos de mirra e incienso,

 

Ya no hay más misterios,

no oculta su rostro,

la nube se ha ido,

el velo quitado,

me ve cara a cara,

y a todos sonríe

con tierna hermosura

y sólo al hacerlo

emite confianza…

¡Que tierno, que bueno… que dulce es sentirle estando en su cielo!

 

A orillas del río veo maravillas…

árboles que llevan diferentes frutas,

doce puedo verlas…

todas crecen juntas como en un racimo,

mansiones de perlas para cada siervo,

y dones que inspiran para hacer las cosas

que nunca pudimos…

vuelo ya sin alas

cruzo sobre mares como lo hizo Pedro

y ya no me hundo,

toco con los dedos y entono en el aire notas que enamoran,

pinto sin pinceles con mi dulce calma,

oleos decorados sueños que cantan,

nada es imposible,

ahora todo puedo,

soy un ser eterno…

me escapé del fuego, del infierno eterno, de esos tristes juicios/

escuché mi nombre… cuando me llamaba…

‘sube aquí me dijo’

y ahora estoy vivo,

vivo en su presencia

por todos los siglos…

 

Que triste seria,

que triste mi amigo si Cristo llegará en estos momentos,

y tú por no amarle, por tapar oídos, y por rechazarle…

aquí te quedaras… ignorando el cielo, perdiendo tu alma/

por vida vacía… vida que se muere, vida que agoniza

sin medir los tiempos en los que vivimos…

si ya las señales, las de su venida/

todas se han cumplido.

 

Sólo falta algo…algo que en las nubes ya está descendiendo,

desciende y se acerca a buscar su pueblo,

su iglesia querida, su amada que anhela…

tenerla a su lado… en el paraíso…

por todos los siglos, por todos los años.

 

Todos los derechos reservados@ Aneudis Perez, 2009