Cuando partir de este mundo me toque
no pretendo hacerlo con las manos vacías
tampoco pretendo llevarme mi cuerpo tal cual llegó aquí
porque habré pasado sin pena ni gloria.
En mi partida
deseo dejarte mi corazón para que lo diseques
y lo cuelgues en el muro frontal de tu alma desnuda
y puedas tener de mí la evidencia en carne propia
de que sólo late por ti.
Al salir
deseo llevarme en mis manos arrugadas
un beso prisionero que salga
de tus labios
y el sonido melodioso de tu voz
acariciando mi nombre.
Cuando llegue al lugar en donde me espera la eternidad
no seré uno más de los mortales que han partido hacia allá
porque me habré llevado de aquí lo que nadie ha podido
y habré dejado en tus manos
lo que todo humano ansía dejar por amor.
Una vez esté allá
haré una petición
para que me permitan
tener como musa tu silueta terrenal
y poder escribirte un poema
por cada día que veas brillar al menos una estrella
con en la que lo puedas leer cada
noche antes de irte a la cama.
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