nelida anderson parini

SIN RESTRICCIONES,

Recostado en mi corpiño

acariciaba tu espalda

y  los pliegues de mi falda

se arrugaban de cariño.

 

Emanan de la pollera

los recuerdos que escudriño

cuando tú eras aún niño

y yo, yo primavera era.

 

El pecho se me dilata

para amamantar recuerdos,

fluyendo en segundos lerdos

la bendición se desata.

 

Desbordan suave tibieza

complacidas las pasiones,

para elevar bendiciones

de los pies a la cabeza.

 

Un tenue estremecimiento

que espolvorea  cenizas

vuelca emociones mestizas

en el mar del sentimiento.

 

¡Cómo corrieron los años!

Cada quién cambió a su modo

el tiempo lo varió todo

separándonos de escaños.

 

Hoy por hoy, ya tú eres hombre

hoy mi voz suena marchita

y aún el alma se me agita

con sólo decir tú nombre.

 

Y este pecho que  recuerda

mil motivos e ilusiones,

brota en cientos de emociones

cuando del niño se acuerda.

 

Lactancia dulce en ternuras

acunadas sobre el pecho

leche y miel que son pertrecho

de las visiones futuras.

 

El roce de tu inocencia

incendia mis sentimientos

para evocar pensamientos

el resto de mi existencia.

 

Porque el niño que hoy es hombre

llevo en mi pecho incrustado

ya que siendo bien amado

a nadie ese amor asombre.

 

Habrán de correr los días

los meses y hasta los años,

saltarán los cumpleaños

robando las fuerzas mías.

 

El aire habrá de faltarme

cuando me alcance la muerte

pero este amor que es tan fuerte

será incapaz de dejarme.

 

Ajustado aquí en mí pecho

con mi amor yo te cobijo

porque bendecir a un hijo

es de la madre derecho.