La manía de mi mano por escribirte, por plasmar mis ideas en papel, hacer mis sentimientos tinta y ponerlos sobre esta amplia hoja. Pensar que me piensas, como yo te pienso. Sentir que me extrañas cuando llega la noche, e imaginar que sonríes cuando me lees. Esa manía de mi cabeza por imaginar perfecciones cuando todo termina. Se esfuma, se va.
Mientras yo escribo, y termino mi renglón, tu comienzas a borrar letra por letra, sentir por sentir y antes de poner punto final… ya no habrá que sentir, que leer o que contar. Todo, todo volverá a quedar dentro de mí, en mi cabeza, donde todo es perfecto. Donde nada es real.