Elida Isabel Gimenez Toscanini

Llegaron ellos

Y llegaron ellos, los verdugos con armas, ejecutando, la sentencia de muerte, entre palas y picos filosos en las manos de piedra ellos asesinos de la bendita hierba. - ¡A derribarlos! Que importa que mueran, me pagan para matarlos necesito la paga para dar de comer a mis hijos. Ya no para sembrar como hicieron nuestros abuelos. Sino para destruir. Porqué esta muerte, hace años ellos sembraron semillas, plantaron pinales construyendo parques y huertas. Hoy ustedes de un solo golpe derriban, por codicia, a empujones quitan la verde siembra. Que construirán:- un comercio y viviendas. ¿Y la vida dónde la llevan? Matan los árboles huyen los pájaros, han tirado sus nidos, la vida tiembla adentro. Ya no tendremos el arrullo, con sus gorjeos anunciando la primavera. Son nuestras víctimas inocentes que parten hacia otros sitios donde vivir se pueda. Testigos silenciosos elevando sus troncos, vidas añosas, de pie están muriendo, mientras cortan sus cuerpos frondosos, arrugados por el tiempo al cielo iban  elevando sus copas por siempre reverdecidas . Mientras sopla la brisa de Agosto, las tupidas ramas, esconden tantos momentos. Pinares que guardan amores, encuentros, abrazos, peleas, gritos sonrisas y llantos, goles y gambetas, el césped amplio, los niños corriendo, crecen las horas, las tardes después del colegio, las escondidas, los poliladron las casitas de madera entre martillos y maderas, los árboles generosos están ofreciendo sus leños. Los niños, latiendo sueños, las estaciones, otoños y primaveras, los veranos y los inviernos, van transcuriendo, recuerdo , aquellos días helados, verlos vestidos de blancos copos, cuando lloró una tarde lágrimas de nieve. Hoy lloran nuestros deseos derramando recuerdos y el otoño se queja en nuestros cuerpos. Las madres con sus afanes tejiendo anhelos, pequeños amores que día a día se roban sus horas, la leche ya está servida, vamos a dormir es tarde, gritos que anuncian el final de cada juego. La noche sigue su ronda, los bichitos de luz hacen sus vuelos dibujando figuras, los duendes andan despiertos, sembrando fantasías entre los cuentos. Testigos en silencio muriendo de pie como dice Alejandro Casona. “Los árboles mueren de pie”-ahí están sin mostrar, resistencia ofrecen su vida, mártires, despojados borran su bella presencia, sus leños su sangre su salvia aún corren por sus venas ahí yacen, tirados sobre la tierra parecen cadáveres después de una guerra. Sus copas guardan secretos abrazos caricias y besos de aquellos niños que un día se fueron Se fueron buscando espacios quehaceres y ansias que tal vez, borren un tiempo de piedras libre y de muñecas, canciones plenas de colores bochincheras de ternura e inocencia . Los niños se hicieron grandes los padres ya abuelos, evocan de tanto en tanto dulces tiernos momentos del ayer que plantaron sueños. Hoy llegan los nietos y ven caer los árboles que un día lejano pusieron sus ancestros. No habrá aromas a pinos, colibríes, revoloteando sobre la palta y los rosales reventando de flores nuevas. Sobre los azares del limonero no temblarán sus alas bebiendo el néctar mientras el sol baña sus cuerpos pintados de colores bellos. Pronto llega la Primavera y aquí parece que se declaró la guerra. Los árboles derraman sangre sobre la tierra. Tal vez nos veamos en otro cielo, un día que la justicia llegue a despertar la tierra y nos devuelva la vida en gran manera. Ojalá así sea. ¡¡¡  Entonces florecerá la Primavera!!!    

 

Elida Isabel Gimenez Toscanini