Luis G Rebolledo

EN TIEMPOS DE PAZ.

  

    Perpetua sobre la tundra del bajo te encontré con el viraje del omoplato entumecido y ese olor a pasta de sándalo, que advierte ese andar ofreciendo semejante belleza edulcorada  por los jardines  nevados

    Paseas con la razón que permita pensar en la caída del cuarzo  D rosa perdida. Tan solo el alivio queda por primera vez en los filados vacíos del paraje fresco, sin que pueda ser veraz el sentir escuchar las ideas que corren en un caballo legendario de grandes alas por las praderas del valle negro.

    Con oprobio de los astros al salvar el regazo del ruiseñor saltarín que toca la ventana para pedirte que nutras de sabiduría y maestría su vuelo rasante, es como una llama donde el incandescente reflejo del plenurio cubre las montañas para dar entrada a  la nueva  promesa.

    Muestra tus manos cuando acaricias la puesta del sol naciente en esos días cuando el vientre se apodera de la pequeña preñez, abriendo pasos a cimientos entre madrigueras y mamparos que alberguen la sutil sonrisa de un rostro desconocido.

 

Luigy