No quiero pasar por alto un minuto,
no deseo otra cosa que mirarte
ni dejo un solo espacio sin pensarte.
Por tenerte en mí, te hago diminuto.
Tu piel transpira aroma cual rocío,
tus labios son atrayente fragancia,
que complace hasta mi alma con toda ansia,
el roce de tu boca, endulza el mío.
Yo te amo cara al mundo sin pensar,
eres la que puedo amar sin pecar.
Estás en mí sin valla en laberinto.
No hallo ser en la tierra tan sublime,
tan amable, que amando todo exime.
Contigo vivir, amando es distinto.
El señor de los fierros
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Vale la pena amarte hasta el desvarío contigo mi alma no sale de su albedrío…