jairodelacroix

Canto a mi mismo

Soy vagabundo empedernido envuelto en sombras fugaces y fuegos humeantes, a paso lento recorro solitario las calles de la ciudad, desierto de almas, me muevo sin seguir direcciones concretas, pues los mismos caminos nacen a cada paso que doy…

 

Me regodeo en los vistosos colores y aromas que inundan y elevan los días con sus respectivas noches, para mí son sus besos fugaces arrojados al aire, hechos a la medida de mis labios; el sol, anhelado y amoroso me sigue a todas horas y me arrulla compasivo por las noches, mientras que la luna calienta mi cuerpo y mis anhelos durante el día, inspirando recónditas fantasías de inocencia…

 

Soy humilde viajero y observador transitorio de las bellas ilusiones efímeras, de las que se desprenden las mieles de la juventud, la fantasía y el amor, que no desaprovecho, sino que me embriago de ellas sin saciarme.

 

De lado a lado me muevo y regocijo con los sueños que alumbran mi existencia y dieron forma a mi alma de soñador, de poeta consagrado a la bondad y a la belleza en cada cosa, me entrego a sus silencios enamorados, alabo mis flores, adornadas de rocío y preconcibas en un principio para mis ojos, las alabo, canto y celebro en toda hora...

 

Si bien es cierto que he vertido lágrimas alguna vez, estas no son más que pequeños diamantes que han logrado escapar de mí para brillar por sí mismos como estrellas eternas en el universo infinito de las maravillas, les amo lo mismo que mis dichas y sonrisas…

 

Mi corazón se estremece al sentir las tenues caricias de los vientos en mi rostro, el toque de las olas del mar y los besos de la amada… el mundo, con sus jardines radiantes y sus cielos azules e infinitos como la sabiduría de la creación y del amor, así como también los ojos como gemas preciosas de la mujer que amo me pertenecen.

 

Cuento por millares mis tesoros, soy amo y señor de la naturaleza cadenciosa, sus delicias son preciosas para mí así como también yo lo soy para ellas; mío es el amor apasionado que funde en uno solo los cuerpos en cada amanecer y atardecer, el amor interminable que derrocha placer en cada encuentro y en cada roce…

 

Soy hacedor de sueños, amante del mundo, un caminante solitario y silencioso que observa, siente y ama la existencia misma.

 

Jairo De la Cruz Torres