ivan rueda

LOCURA DE AMOR

 

A mí me gusta estar loco,

rematadamente loco,

porque amo a quien no me ama,

y sueño con ella lo imposible

y mi corazón pierde el juicio si la veo,

y mientras late y late

comienza mi cabeza a hilar disparates,

y para eso, juro que no hay remedio,

pues soy un rayo sin bridas

o un trueno sin frenos.

No renuncio ¡ no ! a que ella, tan cuerda,

tan horriblemente cuerda,

se mire un día en el agua clara de un estanque

y se vuelva tan loca como yo

cuando admiro su belleza,

y que no sepa por dónde corre el almanaque,

que salte tras de mí y que me ataque

con los dientes afilados de su amor.

Me gusta estar loco,

confundir mi espejo con sus labios

mi almohada con su cuerpo,

mi cama con su cama,

y pensar que cuando abrazo una farola

la abrazo a toda ella en pijama

bajo el caligrama de una estrella.

Me gusta tenderme sobre la hierba

mirando cara al cielo

y ver su rostro en cada nube,

me gusta más que pisar el suelo

ir dejando mis huellas por el aire.

Me gusta ir gritando a viva voz

su nombre por las calles,

escribirle poemas en la arena de las playas,

y empujar el mar contra las rocas

para que sus olas no los borren.

Me gusta dibujar un boca a boca

en la pared de un hueco,

pintar entrelazados corazones

en las alas del viento,

me gusta quedarme sin razones

mientras sueño despierto,

me gusta aguardar a sus ciclones

con el pecho muy abierto.

Me dicen muchos cuerdos

que he perdido la cabeza,

que haría bien en visitar un psiquiatra,

pero ¿ que sabrá el psiquiatra

del fuego que corre por mis venas

o del volcán activo de mi pecho ?

Prefiero escuchar el lenguaje de los pájaros

o el colorido idioma de las flores

que matar mis sueños con los fármacos.

No me importa lo que opinen los señores

que no saben expresarse cuando aman,

que no saben si besan por amor

o por una triste rutina cotidiana.

Me gusta sacarle el genio a una lámpara,

me gusta cabalgar en torbellinos,

me gusta ir a cuestas de sus ráfagas

en busca de gigantes y molinos.

Me encanta hablar con los duendes de los bosques,

con las hadas de los ríos,

me chifla darle al verso un buen estoque,

montar en las escobas de las brujas,

pinchar la nube oscura con agujas,

y perder sin darme cuenta los estribos.

Soy un loco, un gran loco

que busca a Dios en la palabra,

que no le importa llorar cuando lo miran

porque cuando de verdad el hombre ama

no le importa lo que piensen o que digan,

no le importa si llueve o si escampa,

lo único que  me importa es mantener la llama siempre viva

del amor: esa gran locura de mi alma

y que es, a la vez, la única cordura de mi vida.