Luis G Rebolledo

Amada Señora Mia.

                 Tiempo, tu que le quitastes la magia ya no mientas más, ahora que le veo pasar señora ha sucumbido en los más infinitos espacios del silencio sepulcral, tratando de encontrar una sola palabra como describir  su endosmótica ceremonia. Es voraz cuando se cálcome los latidos hasta el péndulo pero el tiempo se le termina aunque usted sigue estando ahí sin consultar a la vida en espera de algún augurio y girando las manecillas del reloj de las noticias atrasadas. Usted que despierta y sacude con su delis la razón del albedrio, cuando llego adueñarse con su armadura de mil brillantes, tiñendo sobre la sombra de los parpados muy segura de no caer en el abismo. Abrazando el abanico me perdono y al final mostro su mirada como un regalo entre tanto ofuscamiento, se ofrece como en la penuria que entra y sale en el lecho tibio de los oráculos entre oscuridad y frio, con la excusa de siempre  su recuerdo y esa verdad que la hace libre…………LR