el narrador

Lo que callo...lo que olvido

Callo, entre tantas cosas, reprocharte lo de siempre.
Olvido enojarme contigo. Me olvido de culparte.
Olvido encararte y decirte tus verdades.
Aunque a fin de cuentas sabemos, que no importa la verdad.
Aunque eso también sea mentira, porque sí importa,
Pero preferimos las mentiras. Ó como dicen, verdades a medias.
Porque las falsas verdades son más dulces, son golosinas.
Golosinas que alimentan a nuestros glotones miedos.
Pero a fin de cuentas, saben dulce.
En cambio la verdad es amarga, como la medicina.
Quizá sea medicina, medicina para el alma.
Pero a nadie le gusta la medicina.
Porque a fin de cuentas, sabe amarga.

A veces callo, a veces olvido. A veces hago ambas cosas,
Aunque no recuerdo en qué orden.
¿Será que callo y olvido, o que olvido para callar?
Da igual. Después de todo, callar y olvidar pesan lo mismo.
Aunque duela más estar callado que andar olvidando.
Porque me pasa que nunca olvido lo que callo.
Y sin embargo, siempre callo lo que olvido.
Como callé cada uno de tus fallos.
Y no preguntes cuáles, porque ya los olvidé.