luisa leston celorio

TU LIBERACIÓN

(A MI MADRE)

TU LIBERACIÓN

 Tu liberación llegó con la muerte,

¿por qué tuvo que ser de esa manera?

Debiste esquivar el yugo que te aprisionaba

y quedarte a mi vera.

  Tu liberación te hizo ausente en mi vida

qué triste se ha quedado

pues la bondad que de tu alma manaba madre mía

era tu legado.

Tu liberación llegó con la muerte

¿Por qué tuvo que ser de esa manera?

Debiste esquivar el yugo que te aprisionaba

y quedarte a mi vera.

 

 

TRAS CORTINAS DOLOSAS

 

Allá desde lo alto, ella se asomaba,

buscando un poquito de calor

entre los que tanto amaba,

mas tras cortinas dolosas

pronto se ocultó,

pues en su querido hogar

ya no brilla la armonía,

ya no existe el amor,

pues desde su partida,

la paz en su morada

nunca más reinó.

 

¡LA QUIERO!

       

  A MI MADRE

 

Yo no digo la quise,

yo digo la quiero.

 

A pesar del mucho tiempo pasado

desde que la muerte la ha llevado,

a pesar de no tenerla a mi vera,

su rostro en mis pupilas sigue grabado,

y mi corazón la siente

como si estuvieses a mi lado.

 

Nunca hablo de nuestro cariño en pasado,

siempre de nuestro amor hablo en presente,

por eso nunca digo:¡La quise!,

por eso siempre digo: ¡La quiero!

 

Autora: escapitina

Registrado-  Tomo- BAZAR DE SENTIMIENTOS

DESENGAÑO

 

Siempre había creído

que el amor que le profería

era verdadero,

que ni la muerte le separaría

de su amor eterno.

 

Tan pronto como ella se ha ido,

él con otra su lecho ocupó.

No dio tiempo a que se enfriase su cuerpo.

No dejó evaporarse su perfume.

No dejó que las paredes de su morada

la dejasen de llorar.

 

Y yo, siempre me había creído

que su amor hacia ella era eterno,

mas tan pronto como se ha ido,

otra ocupó su lecho.

 

Luisa Lestón Celorio

  2011-07-06-

 

 

 

MI GRAN TESORO

 

 

 

Tras las cortinas me escondía

 

para que no vieses mis lágrimas.

 

Tú sabías de la pena

 

que en mi corazón ocultaba.

 

Tus manos y las mías, se entrelazaban,

 

Mientras con delicadeza me estrechabas

 

y yo silenciosa te respondía

 

con lastimera mirada.

 

 

 

No nos hacían falta palabras

 

para decirnos lo que sentíamos

 

en tan angustiosos momentos

 

pues las dos sabíamos que serían

 

los últimos abrazos que me darías.

 

 

 

Mi corazón afligido

 

palpitaba a ritmo acelerado.

 

Mi garganta, de amargor se llenaba.

 

Mi mente, tanto dolor no soportaba.

 

Sin tener con quien compartir mí pena,

 

día tras día, noche tras noche,

 

mis angustias me tragaba,

 

y a Dios le pedía

 

que sola no me dejaras,

 

pero si te habías de ir,

 

que ardua no se hiciese tu partida.

 

 

 

Me expresaste lo que por tu mente pasaba:

 

-No sufras hija mía,

 

que esto pronto ya se acaba.

 

Acariciaste mi rostro.

 

Jugaste con mis trenzas.

 

Mis manos apretabas.

 

Susurraste un ¡Te quiero!

 

y me diste las gracias.

 

Me dijiste muy bajito:

 

-Ahora te conozco, estaba equivocada

 

Ahora sé que tus protestas eran razonadas

 

Deseabas defenderme de sus malditas garras.

 

-Gracias hija mía,

 

porque nunca me has dejado abandonada.

 

 

 

Este es el tesoro,

 

que en mi piel llevo grabado.

 

Este es el tesoro,

 

que llevo muy dentro del alma.

 

Este es el tesoro

 

que ni con la muerte se acaba.

 

Ya que, hasta después de mi partida,

 

lo llevaré en mi alma.

 

 

 

AUTORA: Luisa Lestón Celorio

 

 

 

Del libro DE CORAZÓN. Editorial- Arcibel Editores