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A. y el conejo de moño rojo

A. recorrió la pradera, con aromas silvestres, la embriagaba y reconfortaba pensar que llegaría a la cabaña donde estaba su amor.

Unos leños encendidos y un sabroso pastel de naranja, que era su preferido. Anochecía y ya no caminaba, correteaba entre juncos cada vez más altos.Los árboles eran testigos de aquella pasión que vendría luego.

Ella imaginaba una tarde como tantas otras, donde él le regalaba besos y consentía sus más íntimos caprichos.Ahí mismo, un conejo, salió al paso, tenía un moño rojo, era algo atrevido y le dijo si tenía fuego-No, le contestó, no fumo, pero tú ¿qué haces por aquí, que te fuiste tan lejos, ¿en busca de qué? -¿No sabes que hay cazadores y puedes terminar en la cacerola?. No le respondió, solo quiero hacer una fogata para mi amada coneja, que espera al otro lado de la colina-Ahhhh pillín, ¿tú también corriendo la coneja?...-Sí somos novios y ella no es muy fiel, mas me hace muy feliz cuando estamos juntos. A. se quedó contenta, porque ella no corría la misma suerte, su amado, era un adorable ser y fiel a ella, se amaban mas allá de lo que lo que había soñado algún día. Se sentía muy dichosa de ser parte de su vida.