Ver su inmensa inocencia y la pureza de sus ojos, es sentir el amor Dios, su presencia es como la suave sinfonía de Beethoven, te lleva a lo más lejos y te regresa como aquella pluma que dejan caer las aves en los cielos, lentamente, así quiero que se vallan los días y que el ritmo de tus latidos sea el tic tac de mi reloj.