Porque una mano destructora roza todo lo que cree precioso para luego convertirlo en el mayor peligro existente para otros y sí misma.
Una mano delicada y bella a la vista, pero que sus intenciones se tornan confusas y llevaderas. Envenena a miles con su amor y los sumerge en un ineludible tormento. Masoquismo, liberación y represión, tibieza y congelamiento rompiendo con todo lo anteriormente vivido. Ella no da descanso al resto de los mortales. No haya un punto donde detenerse. Sus colores, su energía cambia, pero no logra deshacerse de sus maniáticos principios: de su sed de sangre, de sus deseos purificadores, de su eterna Juventud y gracia, de su mismísima invención de lo que la vida es.
Obsérvame mientras traspaso estas grises barreras que separan mi mente de mi existir, entre negros pétalos salto y resplandezco como una brillante luz que quiere ser oída y vista, que la humanidad necesita. Golpeando mi cuerpo hacia el más allá. Para manifestarme en estos rosados torbellinos que a mi alrededor danzan y me envuelven.
Dulce revelación ante mis ojos que impacta mediante destellos brillantes crecientemente aguardando mi reflexión, encadenándome a un pasado, a un presente ficticio que ha de anularme.