Marysol Salval

Que no me falte

Cuando el desaliento anquilose cruel

mis pisadas  y arroje mis rodillas

hacia el polvo sombrío del camino,

que no me falte tu aliento, que no me falte.  

 

Cuando mis brazos débiles y mustios

se deslicen rendidos en mis flancos

temerosos de arbolar el mañana,

que no me falte tu aliento, que no me falte.  

 

Cuando mi parpadeo se doblegue

y no vea  la luz en lontananza

citando la senda hacia el horizonte,

que no me falte tu aliento, que no me falte.

 

Cuando el tono festivo de mi voz

se desfigure y cubra mi garganta

de sollozo angustiado y de dolor,

que no me falte tu aliento, que no me falte.  

 

Que no me falte, ver, que no me falte

que no voy por la vida solitaria,

que estás muy cerca ciñendo mis pasos,

que tu aliento es brío, que me animas, que me alzas  

 

me impulsas y agrandas. Quiero escuchar

tu exhorto bendito, cuando a mi oído

 tú vas diciendo fuerte y decidido:

¡Párate y sigue! y yo sigo…y no me falta...