Ya ella estaba pérdida,
sin sextante
había olvidado donde estaba la estrella polar,
el… solo se acordó de la cruz del sur
y su bocalevó anclas desde sus labios,
y enfiló su proa con rumbo meridional,
cruzando el archipiélago de lunares
que pueblan el océano
de su pecho... taquicardico
y el oleaje sollozante de sus caderas
presagiaban la más dulce de las tormentas.