el narrador

Fruta prohibida

 

Fuiste, doncella, tan difícil de entender.

Como si hablaras otro lenguaje y vivieras

en otro mundo; lejos. De mi mente a leguas.
Pero tan cerca, a unas caricias de mi ser.

Y aun así te amé. Te amé, criatura celeste,
como aman los hombres: sin siquiera entenderte.

¿Qué es lo que quieres? Se pregunta mi pecho herido
si no bastó el corazón, ni te bastó el infinito.

Dices querer amor,pero no amas a quien te ama.
Dices querer amor, pero buscas ser deseada.

¿Qué placer hallas en ser fruta prohibida?
¿Pretendes ser de mi Edén, la fruta maldita?
Porque lo que es prohibido tienta, provoca.
Pero es prohibido, y pecado a quien lo toca.

Pero, ¿qué más da ser pecador, si es por amarte?
que me digan pecador, si el pecado es tenerte.
Pero eres el crimen, y también penitencia.
Porque es pecado amarte... y es castigo tu ausencia.

Y aun así osas decir que me amaste más que yo.
¿Me amaste de verdad, o fue amor de una mañana?
si es en verdad, la felicidad, de quien más amó,
¿Porqué yo, quien más te amó, siento el alma desdichada?

Lo peor de tu adios, el día que te marchaste,
fue que quisieras dejarme el papel del culpable.
Llévate tu culpa, y junto con ella tu infamia.
Mira que echarme a mí los pecados de tu alma.

Me odiaste por los besos que no entregué a nadie más,
y fingiste olvidar el amor que en ti hubo jamás.
Me culpaste de dejarme llevar por el deseo.
!Injurias! Bien sabías que te amaba como un ciego.

¿Qué lujuria es tan grande que no acalle el corazón?
¿Qué amor es tan diminuto que ceda a la pasión?

\"Me marcho porque no puedo amar a quien me ha engañado\":
dijiste. ¿cómo alguien dice tan facilmente adiós?
Ahora lo entiendo. Lo dice quien jamás amó.
No sé qué fue peor: tu ida, o que nunca hayas estado.

Duele el que me hayas culpado del fin de nuestra historia,
porque tal vez sea mi culpa, al haberla empezado.

No es mi pecado el haber probado la fruta que sabe a gloria.
Mi único pecado, fruta prohibida, fue el haberte amado.