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La mujer que más quiero

La mujer que más quiero

-recuerdos y sentimientos de familia-

(dedicado a mi hermana Mercedes)

 

Tengo un vago recuerdo de un dia de febrero,

A mediados de los sesenta,

Cuando venía al mundo una niñita nueva,

La gente del pueblo la llamaría siempre, Merceditas.

 

El lloro que rompió la tensión de esa tarde

Vino acomapañado del alboroto y alegría de nuestro padre

Que, raudo, y eso que él era grande,

Bajó las escaleras de casa a trompicones

Para ir al bar de enfrente a comunicar la buena nueva

A presentes y ausentes, a toda la gente.

 

¡Tengo una hija! ¡tengo una hija!

No paraba de repetir,

Más para convencerse a sí mismo, creo yo,

Que porque nadie pusiera en duda la noticia.

 

Por avatares que no puedes controlar,

Poco le duró la alegría,

No por ella, vivales y glotona,

Sino porque él tenía contados los días.

 

A partir de entonces, intensa es tu vida,

y marcada por la ausencia a temprana edad,

Cuando papá nos dejó

Y tú, sin conocerlo, le dijiste adiós.

 

No sé si en aquel momento

Tus ojos desprendieron lágrimas,

Eras aún muy niña, hermana mía,

Para entender que la muerte arrebataba la vida.

 

Recuerdo cuando marché de casa:

Tu contabas, creo, poco más de cinco años,

Que te dije, cuida de mamá en mi ausencia…

Ardua tarea te encomendé, niñita mía,

Que a penas sin comprender,

Me dijiste que sí, con ojos abiertos,

Aj verme partir y decirte adiós.

 

Pasaron los años y tú y mamá

Os cuidásteis con esmero mútuamente;

No sin los problemas de la adolescencia,

Tus estudios en los Maristas de Zaragoza,

 tus primeros amores, hasta el “sí quiero”.

 

De esta unión diste a luz tres retoños:

Una, Mariona, la mayor, y dos gemelos,

Éric y Berta ¡vaya par de guerreros!

Que, a pesar de ello, son el motivo

De tu trabajo, de tus sueños y tus desvelos.

 

Es costoso y difícil subir tres hijos

Y más cuando son aún pequeños,

Pero cuán gratificante y gozoso

Oirles decir te quiero y recibir un beso.

 

Eres la primera en despertar al alba

Y la última en conciliar el sueño;

Es todo eso que conlleva ser madre

Que, todo hay que decirlo, no supo hacer el padre.

 

Sabes que como hermano te quiero

Y que parte de mis sueños y desvelos

Son pensando en ti y en cada uno de ellos.

Sóis, así es como lo siento, las personas que más quiero.

 

Mamá ya nos dejó no ha mucho tiempo

Y aquella encomienda que te di hace tantos años

Es ahora sólo un recuerdo, querido y doloroso,

Aunque sé que ella está en mejores manos,

Allá en lo que llamamos cielo.

 

A cada dia le basta su afán

Y tú debes trabajarlo con mucho esfuerzo

Que si bien el amor se da gratuito

Hay que trabajar y sufrir para, de cada día, traer el pan.

 

Sólo pretendo con estas palabras,

escritas de una tirada, a dictado del corazón,

hacerte un himno de amor sincero

para que quede escrito por siempre

que os quiero.

 

Quizá, de todo lo que he escrito, no sean los mejores versos,

Desde que caí fatalmente enfermo,

Pero hago a Dios mi testigo, que son los más sinceros,

Y por ello pongo, también por testigo,

Al mundo entero.