Carlos Fernando

Romanza

No me amabas ni te amaba,

al principio todo fue

más propósito que fe,

de que todo nos cambiara,

porque vaya que la mala

fortuna nos zarandeó,

a cada cual en su breve

historia de amor malograda,

sin ventura, al punto que nos dejó

mal recuerdo y amargura,

Fue un enlace conveniente

que tanto tú como yo,

procurábamos en la mente

más que en el corazón.

Ese fue el principio contigo

ese nuestro juego de amor.

Por lógica consecuencia

tras un paso acelerado

para casarnos en breve,

comenzaste a conocerme

y a conocerte empecé yo,

en el fragor del combate,

lo mismo éramos amantes,

que combatientes los dos.

La una tirando al norte

y el otro al sur tirando,

nos fuimos acomodando

a nuestros mutuos defectos,

y a nuestros aciertos mutuos,

que no todo era pleito y pleito,

que para nuestra fortuna

aparte de aquellas hieles,

habían caricias y mieles.

Mejor acoplados ya

comenzamos a sortear

los reveses y fracasos.

Los días aciagos de duelo,

de buena y de mala suerte,

de abundancia y de escases,

de jauja y de mala racha,

de bonanza y de mudanzas.

Porque, vaya que las hemos

pasado duras, en tanto peregrinar,

con tres criaturas a cuestas,

entre empleos y desempleo,

en la crisis general

que se vive en estos lares.

Donde hay disfrutes mayores

y mañana, Dios sabrá.

Así han pasado los años

que a fuerza de lidiar juntos

las peripecias descritas,

el lazo se fue ciñendo,

para mantenernos juntos

haciendo tus asuntos míos,

y los míos de tu interés,

construyendo así una vida

de lo que antes éramos dos,

con la bendición de Dios,

y con los hijos por fruto.