Damian cuellar

Varios inviernos.

I

 

En la noche del poeta,

la más fría de todas,

como tantos otros inviernos

que mi pecho tuvo que afrontar.

Solitario en la bruma espesa,

la nieve azota,

el silencio juguete con los ruidos del alma,

y la niebla crece tanto,

como la corriente de los ríos.

Allá afuera me espera

el rumbo de la olas,

las cicatrices del cielo

que dan tumbos en lo profundo

de su eternidad.

 

II

 

Los sonidos tiemblan en la oscuridad,

y mis ojos corroídos por el miedo

no encuentran donde anidar,

se esconden tras el murmullo de la lluvia,

tras la brisa que desliza

su naturaleza esquiva,

que sopla desde rincones inhóspitos,

donde la playa

besa la sal marina de sus aguas,

y sus peses cantan como dioses,

zumban en los socavones

que suben hasta donde lloran las nubes,

y sus penas son echadas sin prisa

en el lecho del mar.

 

III

 

En su escondite de tormentas,

de diluvios y arroyuelos,

la soledad de estas lluvias

pasa silenciosa con su alma acuestas,

y todos los inviernos

impregnan su piel de nostalgias,

de melancolías milenarias,

trepan por sus venas

como vientos incesantes.

Donde estoy yo,

en medio del frío

aquí no llega el verano,

no se apagan las aguas,

no antes que pasen todos los inviernos.