Augusto Fuentes

Ponciana

Querida eres, bella y lumbre Ponciana
porque de tus raíces con vigor emergí
desde diminuta plántula que he sido
sombra y savia asiduamente recibí

 

Entre tus cortas ramas he sosegado
por mucho tiempo, tan prolongado
bajo un calor afable y absorbente
se aúnen latidos del duramen dócilmente

 

A pesar de que aquel árbol joven y necio
ocasione el desplome de tus finos pétalos
estará imperecederamente agradecido
por reponer su dicha y dar su crecimiento erguido

 

No le pido a usted, bella Ponciana, que me perdone
solo pido un poco de inmerecida comprensión
porque sé que muchas veces ha sufrido inicuamente
por mi lelo abuso de su sombra sin consideración

 

Se vuelven inasibles los enveses de sus hojas
cuando siento que recaigo nefasto en umbrías
no te importará nunca el valor de tus lágrimas
entre lianas de esperanza tu siempre me salvarías

 

Al pensar y repensar todo aquello que he escrito
debo rectificar lo que he dicho en un inicio
porque más que ser querida, Ponciana de mi corazón
te amo porque eres mi madre y no necesito más razón