Carlo Enrique

Viaje

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atontado por el vino, poseedor de ojos de perro y de un corazón de ciervo

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Platón, La República - Libro III Nota 22: Ilíada I 225


Me he visto en sus ojos

compañera

como una bestia apacible

en esta época

cuando el cañón a la entrada de Apurímac

está reverdecido

me he sentido puro,

niño

veo

COTARUSE

y un bálsamo cálido se empoza en mi pecho

aceleran los eucaliptos

flores amarillas saludan

-de huarango-

al viajero

impregnadas de rocío

toda vida se aferra a las rocas

roca ninguna se resiste a albergar la vida

¿por qué no habría de darme cuenta?

y el sol

a pesar de su divinidad perdida

alcanza a secar todavía

las gotas de las hojas,

del rostro.


Carloenrique