Siento la sensación que me temes.
¿tú temerme a mí?
Entonces, es que no me conoces.
Nunca podría llegar a hacerte daño.
Con las horas de amor que me has regalado...
¿cómo podría hacerte daño,
justamente a ti?
No, no me conoces.
Soy un hombre lleno de sentimientos y amor.
Si tú no los tienes conmigo, amada,
eso es otra cosa.
Me temes, lo presiento.
No te preocupes por mi angustia.
Sino voy a pensar que realmente me amas,
y se que no es así.
Me preguntas si te amo...
cómo no he de amarte,
si me has regalado las horas más felices
de toda esta solitaria vida.
Contigo lo tuve todo.
Pero eso ya es pasado.
No por mí, sino por ti.
Cada ser es valiente a su manera.
Cada uno tenemos encima
nuestras alegrías y nuestras tristezas,
pero más predominan estas últimas.
Siempre tú con tu hermosa vida.
Y yo, con el placer de haberte
tenido entre mis brazos...
Pero te alejaste,
y sólo me dejaste.
Pero he vivido horas de placer espiritual,
y esas horas nadie me las ha de arrebatar.
Ni el destino, ni la soledad.
No tengas temor de mí,
porque si alguien en la vida te amó,
con pasión y locura, ese he sido yo.
Esa es mi seguridad.
Este es mi sentir.
¡Qué me importan los infortunios
y esta soledad, que no me deja en paz!
Has sido mía por unas horas,
que nunca he de olvidar.
Nunca, te lo aseguro.
Como algo más te digo y afirmo,
no tengas temor de mí.
Todos los derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto - 08/06/2013)