ALVARO J. MARQUEZ

TREN AUSENTE

No te sentí esta noche, no te escuché, no estabas
o será que por medio de tu ausencia me hablabas
y yo lamentablemente, no entendí ese lenguaje.
El sentimiento que hacía una trayectoria perfecta,
que viajaba de tu alma hasta la mía en línea recta,
dio esta noche un triste y muy inesperado viraje.

No llegó tu tren adonde nos tenía acostumbrados,
te juro que lo esperé y lo busqué por todos lados
pero nada de ese sentimiento que debería llegar.
No creas que no aproveché muy bien la ocasión,
el primer sitio en donde revisé fue mi corazón
y allí donde el tren ubicaba, no lo pude hallar.

La palabra “vacío” empezó a parecerme familiar,
la soledad que pasaba cerca, se detuvo a saludar
y entramos los dos en una franca conversación...
Le pregunté cómo llamar a un amor en agonía
y me respondió “si murió entonces amor no sería,
así que puedes llamarlo espejismo o decepción”.

No te sentí esta noche y a eso lo llamo ausencia
y fue como sentir la falta del aire, de tu esencia
y por momentos percibir que algo en mí cambió...
No vi tus huellas en la vía, eso aún me asombra,
desde donde estaba sólo alcancé a ver mi sombra
y pude entonces percatarme de que yo no era yo.

Era lo poco que quedaba de mí en esos momentos,
detuve por completo la espera de los sentimientos
y me detuve a componer el poema que ahora lees.
¿Será que ese amor se durmió en brazos de Morfeo?*
Que fue un sueño y no existió es algo que casi creo
y algo me dice que es algo, que por supuesto crees.

No te sentí esta noche, simplemente no apareciste
y la real explicación para esta situación tan triste,
la verdad es que no la tengo o no la entiendo bien.
Yo sólo sé que hay un vacío y en mi alma... nada
y concluyo pues, en que si ya no existe la parada,
es porque -aunque me duela- tampoco existe el tren.