Graciano Chacon

YO AMO A LOS POBRES

 

 

Yo amo a los pobres, porque de ellos aprendí:

 A gatear, a caminar, a comer, a hablar, a bailar,

 a correr, a reír, a cantar, a silbar,  a gritar, a llorar, a soñar, a sudar,

a hacer los primeros rayones sobre papel en blanco,

a escribir, a leer, a dibujar la vida,

 a montar a caballo, a ensogar, a domar,

 a limpiar los potreros, a sembrar,  a ordeñar,

 atizar el fogón, a herrar, a cultivar,

 admirar la belleza y olfatear el perfume de las flores.

A disfrutar la sombra de los árboles,

con ellos aprendí:  que la libertad es el vuelo de los pájaros,

a pasear, a suspirar rendido ante la grandeza de los campos,

a tomar la leche de la teta de la vaca.

Yo amo a los pobres, porque con ellos aprendí:

 a  formarme en valores, a pasar hambre,

 a ver a mi madre repartir una paledonía entre  todos sus hijos,

acostarme sin comer,  a bañarme en la lluvia o en el chorro de las tejas,

en la quietud de los pozos, en la limpieza de las  cataratas,

en los manantiales, en los ríos, en  las aguas de las lagunas.

 Aprendí a respetar a los mayores, a decir nono y nona y pedir su santa bendición,

 aprendí de ellos a ser responsable, a practicar la humildad,

 a saludar todos los días,  a  socorrer al vecino,

 a compartir el alimento, a ofrecer mi abrigo.

Yo amo a los pobres porque con ellos aprendí

 a rezar, a creer en Dios, a tener fe,  a amar a mi familia,

ayudar a levantar al caído, animar en su lecho al enfermo.

Yo amo a los pobres, porque con ellos aprendí a ver el sol

 y sentir su calor, a contemplar la luna en su marcha nocturna

a ver en su forma a las estrellas  y apreciar el titileo.

  Amo a los pobres, porque  me enseñaron:

el sabor de la vida, el olor de la noche, el transitar del día,

yo amo a los pobres, porque llevo feliz la cruz de la pobreza en mi pecho

porque con su trabajo nos dan alimento, comodidad y vida,

yo amo a los pobres, porque se sentir el dolor de la necesidad

 de ellos aprendí, a comer con las manos sudadas y sucias,

de ellos aprendí, que el sudor es salado,

de ellos aprendí andar descalzo y dejar las huellas estampadas en la tierra para siempre.

Amo a los pobres, porque ellos no conocen  el odio, ni el egoísmo.

Amo a los pobres, porque cuando tuve frio me cubrieron con su manto.

Amo a los pobres, porque ellos, sin mirar para quien,  trabajan todos los días.

Amo a los pobres, porque no pueden alimentarse  sin  derramar el  sudor de su frente.

Amo a los pobres, porque se su humildad se alimentan de valores.

Amo a los pobres, porque al tocar sus manos siento los cayos de la tierra.

Yo amo a los pobres, porque en su frente se ve reflejado la espiga del trigo.

Y en su sonrisa la pureza de sus palabras y el perdón por lo que no han podido realizar.

Y finalmente los amos, porque la puerta del cielo nunca se cierra para ellos.