Sara (Bar literario)

Poema de horas muertas

Amor, doblemos las campanas

arrumemos los sueños

en el cuarto alquilado de una azotea

santiguemos una estrella roja

- nostalgia de célibes huesos-

Seamos felices en el mundo que hace de nosotros

una esquirla de botellas en la sonrisa flemática

del mar, abriendo sus venas,

por primera vez, por vez eterna

al amar somnoliento de este paraíso de monedas.

Amor, doblemos las campanas

al escuchar la nota

tropieza la hora perecedera de una memoria

busca la piel dormida en la ventana fría 

de un recuerdo con boca y un amasijo de cuerdas.

Quién seras tú, ya sin nombre

 un rito danzando en el infinito de esta nada

la nada voluptuosa que traza la ciudad del viento

allá estamos, un murmullo agitado, 

una cama buscando el paraíso de unas manos

un libro de lágrimas, en párpados, desgastado.

Amor, doblemos las campanas

antes que esto que somos

se bifurque en las cadenas tristes

otoño de pájaros caídos

y haga de nosotros

-remolinos del tiempo-