Héctor(micorazón)

La Reina

 

Los rayos del sol aun no han besado su cortina,

y ya está levantada, ha despertado la Reina,

la Reina, la soberana, empieza la jornada,

con sandalias reales, de cristal y diamantes

sus manos delicadas, besadas por los guantes

su hermosa cabellera, en mil flores adornada.

 

Con su vestido elegante, hecho de lino fino,

sale de su aposento, a los deberes del reino,

atiende con diligencia, y con sabiduría

desde el asunto pequeño, el urgente y el grande,

desde su trono no hay otra que como ella mande,

con determinación, amor, valor y osadía.

 

Es cual flor en verano, y como árbol del invierno,

fragilidad del alma, y un corazón eterno,

son sus bases fuertes el sostén de su castillo,

el orden impera y la disciplina no falta,

en altura supera aun a la estrella más alta,

y todo lo que aprueba es sellado por su anillo.

 

Es cosa de rareza, verla por el jardín

entre aroma de rosas y dulzor de jazmín

deleitando a los vientos con sus cantos y versos,

descansando en el césped, mientras la besa el sol,

con sus ojos brillantes nublando al girasol,

y miles de colores en sus labios inmersos.

 

Sus tareas no cesan ni llegando la noche,

de su boca no sale ni maldad ni reproche,

es su fiel compañera la clara y dulce luna,

juegan tiritantes en el cielo las estrellas,

pues saben que las mira desde acá la más bella,

porque aún siendo muchas como ella no hay ninguna.

 

El esfuerzo que se haga, es tenido por pequeño,

puesto que a su alteza, nada le perturba el sueño,

un querubín a su diestra y otro a su siniestra

las huestes celestes, sus sueños guardan celosos,

batallan día y noche y siempre salen airosos,

la Reina encantadora, como el alba se muestra.

 

Quiera el reino entero, que la Reina nunca falte,

es la luz del día, hace que la noche resalte,

es dueña del otoño y de la primavera ama,

su nombre es ternura y su seudónimo es amor,

que trinen las aves, celebrando con fervor,

y digan a una voz, ¡viva la más bella dama!.