cami-de-sirga

A la luz de las velas

(cena para dos)

Tiempo estuve haciendo preparativos

para ese momento, especial, emotivo,

mosaico de canapés y deliciosos aperitivos.

Una mesa redonda, pequeña,

justo para dos, con la luna a las espaldas

y frente a nuestros rostros, un par de velas.

Un ramillete de flores sbre la mesa

da alegría y color a este atardecer

que es, en la intimidad, una fiesta.

Una suave música de ambiente,

lo suficiente para enmudecer a los grillos

que con las luciérnagas, cómplices, nos hacen guiños.

Una risa lejana nos hace sonreir

y anima a hablar en susurros

para no despertar este día que ya se va a dormir.

Que pase lento este momento,

y que se pare el reloj del tiempo,

mientras mece nuestros corazones, el viento.

Sólo es una cena, no más,

pero cuánto universo reposa

sobre esta nuestra pequeña mesa.

Los intervalos de silencio no nos molestan,

sólo son, en los compases, tiempos de espera,

en el suave cariño que es nuestra cena.

Amor no confesado, quizá no esperado,

ni ofrecido, ni robado, ni dado,

pero deja que cada uno espere, lo inesperado.

Brindamos con un toque suave,

agitando el vino como el mar nuestra nave,

por habernos cruzado en nuestros caminos.

Un suave soplo apaga las velas,

un beso cálido acaricia nuestras mejillas

y tras ese, sólo sueño, se cierra la puerta.

Antes, un adiós, o un hasta pronto,

no nos hicimos ninguna promesa,

pero siempre le tengo dispuesta, la mesa.