Bukowski Benedetti

--SECRETOS QUEDITOS--

Ayer te recordé en una platica,

te dibujamos con palabras.

Recordamos cada lugar de tu cuerpo y de ti,

para deleitarnos con el.

Seguramente querrás saber quién charló conmigo...

fue el destino.

Es una mujer linda,

que me dijo de ti,

me hablo de tus secretos

y de las muchas formas en que amas.

El lugar de tu corazón expuesto.

Me dió esperanza,

Es extraño desear una esperanza

cuando no existen

muchas posibilidades,

pero ya sabes está tozudez mía

o quizá locura que te envuelve

y te hace parte de mi ausencia.

Puede que no lo sepas,

pero hace tiempo te dibujo entre 

los laberintos de mi mente.

Algunas veces,

todo depende del día,

te imagino en este lecho tibio;

otras veces te sé junto a mi

a la hora de comer

y como a las diez te sé

en uno de estos espacios

que comparto con mi ego.

Algunas veces reímos

hasta el desmayo y,

en otras,

nuestros cuerpos danzan

en uniones perfectas.

Retozamos como niños

bajo la protección de un mundo que deseamos

y es uno de nuestros tantos secretos.

Nos reconocemos ciegos.

Otras veces,

sólo nos perdemos del mundo

y sus desdichas,

así que nos tiramos,

literalmente, a mirar un poco de esa caja

que a veces nos enferma.

Siempre nos recordamos. 

De ahí mi senectud enfermiza,

sabes?? hablar de ti y dibujarte

entre los laberintos de mente;

me llevaron a pensarte,

pero en otras historias.

Sin esta mente mía que viaja a otros pueblos.

Recordé el momento de conocernos,

fue alguna de esas veces

que nunca volteamos a vernos.

Evoqué la mitad de ti

y esa mitad es la que más me gusta.

Lo que más me gusta de ti

se encuentra en tus sonrisas

y esa forma graciosa

en que entrecierras los ojos,

el suave candor de un perfume

que no conozco,

o esa mitad que reconozco

cuando suelo abrazarte

y mi ser puede vibrar,

los ojos lindos y mirada intensa

que parece llevarme a otras tierras.

Quizá tus silencios y rarezas,

o lo que yo llamo rarezas,

quizá tu suéter a cuadros rojos

o la forma tímida

de tus pasos junto a los míos.

Es otra razón,

para extrañarte sobradamente,

incluso temerosamente.

Lo digo porque a veces,

extrañándote así,

el cuerpo, la mente,

o todo lo que intento ser o soy,

empieza a danzar

en los horizontes de la demencia.

Ya lo sabes,

este es uno de mis pequeños secretos

que conté al Destino.

Estoy inventando

cientos de palabras

que llevan tu nombre.

Espero verte pronto,

quizá logremos sanar con un abrazo

que aún no existe...