Sara (Bar literario)

De rutinas condensadas en el humo

Dos de la tarde.

Tú en tu vida 

yo recogiendo la mía, de la mesa.

Una mañana, toda una mañana servida en un plato.

No hay retórica para desvestir a la rutina de su ligereza.

 

Me pasa de largo el sueño que dejamos

por hablar de lo que haríamos

debajo del portón de Azucena.

 No sé quién es Azucena

pero su sombra tiene moral de monja.

Hagamos el amor en su cama.

dejemos nuestros cuerpos 

amontonados

en el altillo en que deja una ofrenda.

 

Tres de la tarde

Tu voz es un patio para correr desnuda

 de tus morfemas, un sol, gravita en mi ombligo.

Susurras en mi pelo, y toda yo amor

toda yo soy un campo sembrado con la fiereza de tu rastrillo.

Uñas, aceite, un lapso para reposar-fiebre-

 

El tiempo transcurre

Llega la noche

Y tú, estás en la hoja del mundo

que se sabe de nuestra memoria

todo este horal de desencuentros.

 

Tuya, por siempre