Kabalcanty

EN EL EPITAFIO DEL DECURIÓN TITUS MANIUS

- EN EL EPITAFIO DEL DECURION TITUS MANIUS -

 

 

 

 

 

 

Viento del norte nos curtió las heridas

en este bosque humeante de niebla gelatinosa.

Temblábamos cuando ululaban Las Parcas en la noche,

las vislumbrábamos, arracimados junto a la hoguera,

fundidas las escamas sanguinolentas de las armaduras,

izar los descoyuntados miembros de los caídos,

beber la sangre de sus cabezas cercenadas,

escupirnos, desde el filo de la vida, sus vísceras,

aireando sus túnicas negras entre llamaradas fatuas.

De una centuria, maltrechos, solamente dieciocho

en retirada de nuestro ejército del territorio invadido.

Los pasos al frente era toda senda enemiga

y el retroceso lo poblaba Tártaro y la sonrisa cruzada de Plutón.

Gnaeus, el legionario con la mano derecha rebanada,

confesó, entre escalofríos febriles, ser versificador

en honor a Tiberia, hija de un mercader de Betavodurum.

Nos recitó noches enteras sabiendo su acabose,

hediendo su muñón para regocijo de la carcoma.

Quintus le asfixió cuando su dolor culminó rabioso.

 

 

 

La angustia es una incisión pausada, inmisericorde,

que presta su espada al tiempo para profundizar

y acuchillarnos cuando la clemencia son ayes desbordados

que penetran, hora a hora, horadando toda calma.

Nos hería el tiempo libando completo su desacorde,

escuchando el exhausto relincho que nos buscaba,

escondidos al ras de la maleza por inercia

y ateridos en un suspiro por costumbre.

Viento del norte curtió las heridas

en este bosque humeante de niebla gelatinosa,

tumba que mesábamos queriéndola vivir

mientras Ellas no cesaban su noctámbulo festejo.

 

 

 Kabalcanty©2011