gerardo villalobos

POEMA DE LA PRINCESA Y EL PASTOR

Versan de una historia que contaba

Sobre un amor que al cielo dividía

Entre una Diosa joven que soñaba

Con un pastor mortal, que la quería

 

Cuando ésta el cielo fiel abandonaba

Con manto divinal que permitía

Bajar al campo donde procuraba

Beber del río el agua que corría

 

Atento aquel pastor la presenciaba

Sabiendo que oportunidad tendría

Tan solo en una vez cuando bajaba

Del séptimo mes en el séptimo día

 

Así pues el pastor resuelto estaba

A robar de la Diosa desprevenida

La túnica celeste inmaculada

Que el padre Dios, de obsequio entregaría

 

Acometió de amor la fechoría

Aquel pastor sus manos estrechaba

Y la princesa presa, enamorada

Perdió el enser que daba garantía

 

De regresar al tálamo donde estaba

El padre Dios que de impotencia ardía

Pues ya su hija nupcias contraía

En un hogar ajeno a su morada

 

Sintió nostalgia la princesa un día

Y quiso ver el cielo que extrañaba

Y de un oculto cofre recuperaba

La túnica con la que volvería

 

Sabiendo ya en el trino su estadía

El Padre dio un designio que versaba

Jamás pisar de nuevo tierra fría

Donde su esposo triste se encontraba

 

Trazó en el cielo un río que impedía

La unión que el universo reclamaba

Mas, supo asirse a él mientras no estaba

Y pudo amarla mientras la perdía

 

Pero el gran Dios y emperador sentía

Piedad por ambos jóvenes, labraba

Un puente sobre el río que permeaba

Aquel amor que al cielo dividía

 

Y así cuando el amanecer ceñía

Tornado en flores, campos, hierba helada

Prisma colores, aves, sol, baladas

Del séptimo mes en el séptimo día

 

Se funden como estrellas consteladas

Que rompen de pasión la lejanía

El pastor y la princesa enamorada

En dulce y tierno amor de un solo día

 

GERARDO VILLALOBOS