rodulfogonzalez

QUERENCIA

 

            Amo entrañablemente al pueblo que me vio nacer un febrero atormentado.

            Amo profundamente los sueños que me vinculan a mi pueblo natal.

            Amo infinitamente los cerros de mi pueblo que me acogieron en su distancia inconmensurable e iluminaron con sus poéticos paisajes mis primeros sueños, mis primeros amores no gratificados pero que la inocencia de niño campesino no entendió y sin embargo me creí amado.

            Amores platónicos, supe más tarde que se llamaban, escudriñando en los libros que leí en la lejana juventud.

            Amores bobos, se decía en m tiempo.

           Bobos o platónicos amores, igualmente gratificantes, como la lectura de “María”, o “Genoveva de Brabante” o “Aura o las violetas”, que tantas lágrimas hicieron brotar de mis ojos plenos de inocencia entonces, pletóricos de malicia ahora por tanta deslealtad.

            ¡Quisiera morir en mi pueblo!

           Quisiera que cuando mi cuerpo se convierta en polvo se confunda  con la tierra donde enterraron mi ombligo al nacer.

            Es que mi querencia está en Marabal, bien mío, y aunque mi cuerpo no está allí, sí lo está mi espíritu, que vaga con la complicidad de los sueños más exactos, por sus calles, el río, Agua Caliente y la vieja casa que me vio nacer, casi convertida en escombros ya.