benchy43

CIGARRILLO (un cuento reflexivo)

 

 

      Cuando salió no le molestaba ni el ruido del tránsito, ni el bullicio de los escolares. Cruzó la calle y se sentó en un banco de la plaza a la sombra, aunque el otoño se venía un tanto fresco. A la primera bocanada de su cigarrillo y al primer atisbo de tos, maldijo (una vez más)  ese vicio al que estaba atado. Volvió a pensar algo que siempre había pensado: quien ha adquirido este vicio siente un reprobable placer desde el mismo momento de comprar los puchos, la ceremonia de abrir el paquete y sacar el primer cilindro venenoso hasta inhalar el humo, y ver como vuela y se diluye. Ya después –ese es su caso- le remuerde en la conciencia el no tener la voluntad de arrojar todo al carajo y alejarse de esa, su maldición.

    

     Se preguntó en voz baja, ajeno a todo la barahúnda que le rodeaba: “¿Cuánto falta para el mundial… más de un año? Brasil 2014… FIFA World Cup Brazil 2014…”. Una primera lágrima quiso asomar y la frenó en el acto al ver a su nieto que corriendo venía a su encuentro.

    

    Juntos salieron detrás de la pelota mientras el pequeño le contaba sobre su desempeño en su último partido: “¡Abuelo, ahora el técnico me puso de marcador de punta! Dice que ahí ando mejor” Rieron al unísono cuando el hombre –ya jadeante y con poco aire-,  contestó “Cada vez más atrás… empezaste de 9… ¡Pronto estarás en el arco!”.

    

     Un cielo azul, alborotado por palomas y gorriones y un leve vientito que traía la jovial risa  del nietito  le hicieron olvidar las palabras de su doctor –que había sido claro, tajante- y que tanto le habían retumbado en la cabeza hacía un rato. ¿Un rato? ¿Cuánto tiempo antes? ¿Media hora, una hora, un mes?

    

     “¡Intenta nuevamente, 'petit cochón'! A ver si puedes hacerme un gol aunque sea” “Y te digo una cosa –gritaba- ¡No me voy a dar por vencido!” "¡No me ganarás!"“¡Jamás vencido, jamás!” Su clamor se hizo eco y chocó una y otra vez contra los árboles.

    

     Una hoja amarilla llegó hasta sus pies, traída por la brisa. Sonrió. Sonrió una, dos, cien veces más.

 



Derechos reservados por Ruben Maldonado.