El Arlequín

ADIOS A LA MADRE DE CRISTINA CAMMARANO

 ADIOS A LA MADRE DE CRISTINA CAMMARANO.

Sola aquí, estoy dentro de mis horas aun buscando una razón esquiva,  consiente del dolor que recién mamacita, te ha llevado a  luchar contra las turbias aguas de la muerte. Y que me deja a mí en conflicto por tu ausencia, que ahora se adueña de mi tiempo, de mis sueños y de mi todo. 

Hoy te vas y me dejas huérfana de ti madrecita, hacia esa ya tú ansiada libertad, que te convierte en brillante estrella de otro cielo,  pues tus blancas alas han sido llamadas a emprender sendero hacia otros hospitalarios palacios, hacia otro nuevo amanecer, allá donde reina la verdadera paz. Pero por favor mamita mándame en contraviento y con el mistral que emerge de tú alma, ese  beso silente cuyo fruto será la bendición en donde se redima mi congoja.

Ahora comienzo a entender, que anclado un barco no tiene razón de su destino, por eso te dejo ir tranquila, para que tu corazón ya no exhale más agravios de fatiga, de los que sufriste  en este tan contrastante mundo.

Insisto, por favor vete tranquila madre mía.

También comprendo, que un faro de puerto a nadie favorece en el día,  pensando que sería solo  para contemplarlo, más sin embargo con su haz de luz pasada la penetrada noche, agradecidos quedamos pues ya nos brindó su bondad y seguridad. Así también como esa efímera espiga luminosa, quizá podría morir la memoria en el olvido, pero tu infinito cariño es lo que hará ofrenda del milagro, a tu eterna existencia.

Desde hoy mamita, la distancia se vuelve inconmensurable en un plano de cariño y de dolor, como si nadando quisiera llegar hasta ultramar, tan solo por volverte a ver.

Te vas mamita, pero  primero déjame beber todo el amor y el cariño que dejaste guardado en la inmensidad de los océanos.

Yo como tú, soy peregrina, y con tu buen ejemplo me hiciste peregrina del bien andar, que en nuestro paso me enseñaste, que por donde uno camina se debe dejar una luz muy intensa con pasión y con ternura. Te despides sin remordimiento alguno, solamente en completa paz.

Misión que terminas glorificándote, con el amor que refleja la candidez de tus ojos, el desaliento que muestra una desvanecida sonrisa dentro de tu faz piadosa, pero sobre todo para dignificarte, me dejas a mí a concluir tú bondad, como parte de los frutos que en vida diste.

Desde este momento yo me quedo acompañada del silencio mudo, a empezar con mi soledad un eterno monologo de agradecimiento con tu alma y con la mía, y tú te vas a recibir tú postrera bendición, te vas a la eternidad, a sepultar tu dulce voz en donde el aire ya es de piedra, a recibir en tu sepulcro las flores que ungieron tus manos amorosas. Y esta tu sepultura quedará con sus flores cual mismo esplendor de esta primavera.

Mamita abre tus alas de amor y llévate mi cariño entero, que tal vez nuestros rostros como premio de Dios, algún día se volverán encontraran sonrientes.

No me Aferro a tu cuerpo, me aferro a tu amor, a tu bondad, a tu cariño y a tu recuerdo. A eso si me aferro.

 

MAMITA…  ¡HASTA SIEMPRE!

 

Francisco Solano Castañeda.

Cuautitlán México, a  2 de marzo de 2013.