micaela fernandez

Camino de Emaus

Camino de Emaús

El desconcierto orientaba nuestros pasos

por el camino de regreso a casa,

tristes y aturdidos,

por lo vivido estos días de Pascua.

Creímos en Él y nos lo arrebataron

y ahora, solos, en un crepúsculo sin alba,

te acercaste, como quien no quiere la cosa,

y acompañaste nuestros pasos y nuestra charla.

Abriste nuestras mentes con tus sabias palabras

y entendimos que nada ocurre sin causa.

Desvelaste los misterios que estos días encerraban

intentando devolvernos un poco la esperanza.

Una vez llegando a casa

no dejamos que continuaras camino,

tanto anhelo teníamos de compartir contigo la mesa

que te pedimos bendijeras el Pan y el Vino.

Tu voz y tus palabras nos sonaron tan cercanas

que reconocimos en Ti al Amigo.

¿No es verdad que se inflamaba el corazón por el camino?

Y, cual renovados peregrinos,

retomamos el camino de regreso

al encuentro de los amigos.

Allí les contamos que era Él quien nuestra mesa bendijo,

a lo que ellos contestaron

que ya las mujeres se lo habían dicho…

El que creíamos muerto

¡Estaba VIVO!