Mira señor cuantos niños han perdido la inocencia;
dejando los juguetes por las armas mortales,
llegando hasta el punto de perder la paciencia,
y llegar a matar hombres cual si fueran animales.
Mira mi dios como es posible que suceda
que entre los grandes corazones puros,
que se encuentran protegido por la ceda,
se cuele el dolor que los hace fríos y duros.
Mira Jesús mio, esta cruel escena de la vida
en donde pareces pasar y al caminar, tú lo ves,
yo como el ciego en el camino gritaría:
Jesús de Nazaret ten compasión de mi niñez.
Mira sus ojos opacados por el llanto,
mira sus labios cerrados por el dolor,
mira que en su piel solo hay quebrantos
y su esperanza está cambiando de color.
Toma a tus niños, pues están en tus manos,
limpia su llanto y calma su dolor,
enséñales Jesús a amar a sus hermanos
y hacer las cosas por su bien y amor.
Dales el pan que cada día necesitan
dales el amor que pide su corazón,
por qué con todo su dolor te gritan
y parecen perder la calma y la razón.
Compadécete de ellos Jesús mio
ya que tu amor llega hasta lo hondo,
y ya los corazones helados por el frio,
parecen vivir en tu corazón blando.
Cuando vamos por el mundo caminando
solo pido no morir en el camino,
solo te pido encontrarme contando
lo grandioso de tu amor y lo divino.
Señor, si solo me permites ver el sol
un día más en mi tan corta y joven vida,
gritaría tu nombre a toda la creación
y al alba alegre le daría la bienvenida.
¡Cristo crucificado, en un madero levantado!
por el odio y el rencor del mundo asesino,
que en armas se ha levantado por su hermano
no para defenderlo, para matar por asesino.
Estos fueron tus niños Jesús de mi vida
aquellos que en dolor ahogaron su llanto
aquellos que ahora se hacen mala huida
por haber asesinado al Cristo de su pacto.